Me haces sonreír...
No puedo dejar de pensar que las cosas pasan por algo...
pero que mala onda esta vez... u.u
(frase poco profunda por Pandora)
Solamente estuve un rato ahí pero lo sentí mi hogar.
Como dijo el buen hermano pingüino, no es el tiempo ni el espacio, ni tampoco la decoración, sino el ambiente que se siente desde entrar, el ambiente que crean quienes están ahí.
Estaba lista para disfrutar mis vacaciones a tu lado ¡perfecto! Nuestro propio espacio, del que no tenías que huir como cenicienta las 12 en punto (solo que de la mañana). En donde no llegarían nuestros padres ni tendríamos que salir por la ventana (auch!) pero las cosas pasan siempre por algo y en esta ocasión si fue algo totalmente inesperado (alias: la influenza ataca) y la psicosis de nuestras familias que nos tienen como Rapunzel en la torre.
No importa, aun si fue un día valió por mil. Según tu me dijiste: un buen regalo de cumpleaños y para mi un buen pretexto para estar a tu lado.
Me paré frente ala puerta, tú tenías las llaves en la mano, estaba emocionada, en serio emocionada y cuando al fin entramos fui la mujer más feliz del universo. Suficiente para mi y lo que más me hizo feliz es verte sonreír. Quisiera que todos los días fuesen así de espontáneos. Enseguida lo sentí casa, siempre que estas ahí no puedo evitar sentirme en mi hogar.
Tu dijiste esa tarde que regresaríamos, quizá no ahí, pero tengo la esperanza de que sí aun nuevo sitio que vuelva asentir hogar, así, de repente, así, impaciente, lokita, desesperada, amándote tanto como la primera vez que te vi.
Hay amor…
Que caros son nuestros caprichos.
Pero al final de cuentas lo valen.
Por cierto… descubrí que los gansos no son amigos de los patos y que los regañan cuando tratan de comunicarse con ellos… gansos malos no me quieren.
Y los gatitos lindos van a quedar muy gordos por culpa de nosotras.
El lugar era increíble! No puedo sacarme de la cabeza tantas escaleras, tantas habitaciones cómodas, nuestro pedacito de cielo apartado de todo, gatos en el pasillo de abajo y gansos desde el balcón, la suave brisa que entraba por las ventanas y la tenue luz por la tarde, la mañana deliciosa, la noche curiosa, las hojas de los árboles que se colaban por el depa, el color del cielo mientras se hacía de noche…
Maldita influenza… nos aguaste las vacas.